TEOLOGÍA DEL CUERPO DE LAS MUJERES COMO CATEGORÍA POLÍTICO-RELIGIOSA
Se ha sacralizado la violencia en el cuerpo femenino, apoyado esto en sistemas religiosos dominantes y desiguales.
La génesis de la violencia hacia nuestros cuerpos como mujeres se gesta muchas veces en nuestras creencias religiosas, especialmente en la manera en que se ha comprendido el cristianismo en sus moldes patriarcales-jerárquicos-dominantes, y en la forma jerarquizada y clasista en que establecemos vínculos en la sociedad, los modos autoritarios y dominantes en que ejercemos el poder y las políticas públicas masculinizadas que se priorizan.Lo alarmante de los feminicidios en México es el silencio cómplice y sagrado de las instituciones religiosas. A nadie parece interesarle los cuerpos mutilados de las mujeres. En apariencia, todos están de acuerdo en castigar de la peor manera esos cuerpos. La liberacióńn de las mujeres de toda violencia, tanto en México como en América Latina, se constituye en nuestro actual focus teológico en la reflexióńn teológica feminista. Erradicar la génesis de la violencia a través de la liberación del cuerpo es nuestra opción preferencial.
Encontrar los cuerpos de mujeres y hombres desaparecidos, implica resignificar la vida, recuperar la esperanza y demandar la restauración del daño; sólo así podremos, tal vez, estar listas para la reconstrucció́n de otra sociedad posible.La asociación del cuerpo femenino a la territorialidad nos recuerda el sentido profundo Encarnación al al de la divina sabiduría, en su aspecto erótico, sensual y placentero, como bien afirma la teóloga Lisa Isherwood:La teología de la encarnación, que es erótica, sensual y de empoderamiento: una teologíáa que nos impulsa hacia la relacionalidad y el progresar, hacia la vida en abundancia. La encarnación nos dice que nuestros cuerpos son nuestros hogares, es decir, nuestros lugares de vivienda, deseantes divino/humanos, por lo tanto nuestro viaje cristológico es en casa, a la plenitud de nuestra encarnación, a la co-redentora, y co-creativa realidad de nuestro cielo carnal (2013, p. 222).
La sociedad patriarcal ha mirado los cuerpos de las mujeres siempre como máquinas productoras de trabajo y reproductoras de hijos, y lo ha hecho desde la escasez, escasez de salario, escasez de libertad, escasez de capacidades para decidir, escasez de formación, escasez de educación, escasez de pensamiento propio, escasez de liderazgo, escasez de autonomía y, por último, en escasez de vida; por ello nos matan y permiten que nuestros cuerpos sean desechables. Una teología feminista encarnacional del cuerpo femenino no debe conducirnos hacia la carencia de vida, al sometimiento, a la dominación de nuestros cuerpos "como cuerpos sufrientes y heridos" o como víctimas, sino a la abundancia y el reconocimiento de nuestros cuerpos vitales, gozosos, sensuales y placenteros de una vida en abundancia. Cuerpos proféticos que gritan justicia y claman libertad. Cuerpos de mujeres eróticos, poderosos, en los que se manifiesta la vida cristiana, capaces de revestirnos de Cristo de una manera transgresora y libre, siempre en abundancia."El ladrón sólo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Juan: 10-10)